Una guía para conocer el mensaje espiritual de san Josemaría Escrivá

Este resumen de las enseñanzas de san Josemaría Escrivá es un extracto del libro: Que solo Jesús se luzca: Biografía ilustrada de san Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei, de Jesús Gil y Enrique Muñiz.

Opus Dei (Spain)
8 min readJun 10, 2023
Una guía para conocer el mensaje espiritual de san Josemaría Escrivá

Introducción

San Josemaría Escrivá de Balaguer ha dejado una huella luminosa y pro- funda en la Iglesia y en el mundo con el ejemplo de su vida santa, con sus enseñanzas y con sus obras.

Su figura es conocida y venerada en todos los continentes, y se extienden con vigor creciente los frutos de aquella misión — vieja como el Evangelio y como el Evangelio nueva — que le fue encomendada por la Providencia divina el 2 de octubre de 1928: «Abrir a los fieles de todas las condiciones sociales un camino ancho y seguro de santificación en medio del mundo, a través del cumplimiento, con perfección y por amor a Dios, del trabajo profesional y de los deberes de la vida ordinaria» (Decreto sobre la heroicidad de las virtudes).

En su mensaje de santificación en y desde las realidades terrenas, se manifiesta con particular transparencia la índole radical de la vocación cristiana. Esa doctrina se ha mostrado «providencialmente actual para la situación espiritual de nuestra época» (Decreto sobre la heroicidad de las virtudes).

Es una espiritualidad en la que subsisten en íntima conjunción — a la luz del misterio redentor del Verbo encarnado — una honda visión de fe y un vivo sentido del valor de las realidades creadas. De esa unidad procede una luminosa comprensión del mundo, entendido al mismo tiempo como don de Dios a los hombres y como tarea apostólica cristiana.

Se trata de un mensaje espiritual esencialmente cristocéntrico y dotado de una intensa fuerza evangelizadora, cuya finalidad primordial queda expresada en una fórmula característica de san Josemaría: Poner a Cristo en la entraña de to- das las actividades humanas (Conversaciones, n. 59) o bien, con otras palabras suyas: Santificar desde dentro todas las estructuras temporales, llevando allí el fermento de la Redención (Es Cristo que pasa, n. 183).

9 mensajes de san Josemaría sobre la santidad

El fundador del Opus Dei nos enseña que la santidad no es algo reservado para unos pocos, sino que todos podemos alcanzarla en nuestra vida cotidiana. A través de su ejemplo y enseñanzas, descubriremos cómo el trabajo, la familia y las relaciones sociales pueden ser caminos de santificación.

9 mensajes de san Josemaría sobre la santidad
  1. El cristiano, otro Cristo

San Josemaría Escrivá amaba intensamente a Jesucristo, y lo trataba con asiduidad en el Pan y en la Palabra, en la Eucaristía y en la oración (cfr. Camino, nn. 87, 105). Cada escena del Evangelio guardaba para él un significado cercano, real, que llenaba de sentido su existencia y que, con la gracia de Dios, supo expresar de manera asequible a toda las almas. ¡Vive junto a Cristo!: debes ser en el Evangelio un personaje más, conviviendo con Pedro, con Juan, con Andrés…, porque Cristo también vive ahora (Forja, n. 8). Toda su enseñanza espiritual está iluminada, como su propio existir cotidiano, por la presencia viva de Jesucristo y por el empeño de alcanzar la identificación con Él.

Que busques a Cristo, que encuentres a Cristo, que ames a Cristo. San Josemaría, 29 de mayo de 1933

2. El sentido de la filiación divina

Quiso Dios que en el alma de san Josemaría se grabara con gran intensidad la conciencia de ser, en Cristo, hijo de Dios. La vida mía me ha conducido a saberme especialmente hijo de Dios, y he saboreado la alegría de meterme en el corazón de mi Padre, para rectificar, para purificarme, para servirle, para comprender y disculpar a todos, a base de amor suyo y de la humillación mía (Amigos de Dios, n. 143).

Así, pues, el espíritu de santidad que san Josemaría extendió por todos los confines de la tierra se asienta en la alegría y en la certeza de la filiación divina. Somos los cristianos, por la gracia del Espíritu Santo que nos cristifica, hijos de Dios en Cristo, y estamos llamados a colaborar audazmente en el establecimiento de su Reino para gloria del Padre: esta es nuestra identidad y nuestra misión.

3. Santos en la vida ordinaria

Josemaría Escrivá de Balaguer sigue hablando hoy a todos los hombres, con el mismo atrayente mensaje de santidad en la vida ordinaria que pro- clamó incansablemente a partir del 2 de octubre de 1928, fecha fundacional del Opus Dei. Desde 1928 comprendí con claridad que Dios desea que los cristianos tomen ejemplo de toda la vida del Señor. Entendí especialmente su vida escondida, su vida de trabajo corriente en medio de los hombres: el Señor quiere que muchas almas encuentren su camino en los años de vida callada y sin brillo (Es Cristo que pasa, n. 20).

San Josemaría ha enseñado que la vocación cristiana debe manifestarse en realidades de entrega diaria, en el ejercicio de virtudes en medio de las actividades corrientes de los hombres. Se trata de vivir lo ordinario con la mirada siempre puesta en el Hijo de Dios hecho Hombre. Esta santidad grande, que Dios nos reclama, se encierra aquí y ahora, en las cosas pequeñas de cada jornada (Amigos de Dios, n. 312).

Autógrafo de san Josemaría: «De lejos — allá, en el horizonte — el cielo se junta con la tierra. Pero no olvides que donde de veras la tierra y el cielo se juntan es en tu corazón de hijo de Dios».

4. El trabajo cotidiano, camino de santidad

Conforme al espíritu que el Señor inspiró a Josemaría Escrivá, el fundamento de la relación entre santidad y trabajo radica en la comprensión de que el trabajo es participación en la obra creadora de Dios (Es Cristo que pasa, n. 47), pues a través de cualquier ocupación honesta nos hace el Señor partícipes de su poder creador (Amigos de Dios, n. 57).

Pero, además, Dios mismo, encarnándose, ha hecho suyas todas las potencialidades y limitaciones del hombre, menos el pecado: Al haber sido asumido por Cristo, el trabajo se nos presenta como realidad redimida y redentora: no solo como el ámbito en el que el hombre vive, sino medio y camino de santidad, realidad santificable y santificadora (Es Cristo que pasa, n. 47).

5. Contemplativos en medio del mundo

Poner a Cristo en la cumbre de todas las actividades humanas. Para realizar la misión de fundar el Opus Dei, y trabajar así al servicio de la Iglesia en la tarea de reconducir cristianamente la entera creación hacia Cristo, Dios dotó a san Josemaría con los dones necesarios para que llegara a ser contemplativo en medio del mundo (cfr. Es Cristo que pasa, n. 174).

Con el impulso del espíritu de san Josemaría, se aprende a convertir toda la jornada en una confiada conversación con el Señor, en una búsqueda continua de su amistad y de su presencia. ¡Qué fortaleza, para un hijo de Dios, saberse tan cerca de su Padre! (Amigos de Dios, n. 246).

Autógrafo de san Josemaría: «almas contemplativas, en medio del mundo».

6. Unidad de vida

La expresión unidad de vida, frecuente en el vocabulario teológico-espiritual de san Josemaría, manifiesta un rasgo central de su mensaje de santificación en medio del mundo. Unidad de vida significa la compenetración que ha de reinar entre los diversos aspectos del existir cotidiano del cristiano (trabajo, oración, apostolado), realizados con un mismo fin (la gloria de Dios) y regidos por la caridad con Dios y con el prójimo.

En un texto de 1934, escribía: Unir el trabajo profesional con la lucha ascética y la contemplación — cosa que puede parecer imposible, pero que es necesaria, para contribuir a reconciliar el mundo con Dios — , y convertir ese trabajo ordinario en instrumento de santificación personal y de apostolado. ¿No es este un ideal noble y grande, por el que vale la pena dar la vida?

7. Amor a la Iglesia y adhesión al Magisterio

En san Josemaría, el amor a la Iglesia es manifestación necesaria del amor al Verbo encarnado. La Iglesia es eso: Cristo presente entre nosotros, Dios que viene a la humanidad para salvarla, llamándonos con su revelación, santificándonos con su gracia, sosteniéndonos con su ayuda constante, en los pequeños y en los grandes combates de la vida diaria (Es Cristo que pasa, n. 131).

Omnes cum Petro ad Iesum per Mariam!: estas palabras expresan bien la incesante y encendida pasión que consumía al Siervo de Dios y predicó a los demás desde los comienzos de su sacerdocio.

8. Vocación cristiana: vocación apostólica

Que tu vida no sea una vida estéril. — Sé útil. — Deja poso. — Ilumina, con la luminaria de tu fe y de tu amor. Borra, con tu vida de apóstol, la señal viscosa y sucia que dejaron los sembradores impuros del odio. — Y enciende todos los caminos de la tierra con el fuego de Cristo que llevas en el corazón (Camino, n. 1). En la doctrina espiritual de san Josemaría — y como ejemplo puede servir ese conocido texto de Camino — , se contiene una sugestiva invitación personal a vivir de fe, ejercitando la esencial dimensión apostólica de la vocación cristiana.

Dios quiere que todos los hombres se salven: esto es una invitación y una responsabilidad, que pesan sobre cada uno de nosotros. La Iglesia no es un reducto para privilegiados. (…) Dios espera ardientemente que se llene su casa (Amigos de Dios, n. 263). Este celo por la salvación de las almas es consecuencia del amor de Dios que colma el corazón y la mente de sus hijos.

El deseo de acercar a los demás a Dios, enseñaba san Josemaría, se ha de manifestar con naturalidad, en la diaria convivencia con los demás.

Autógrafo de san Josemaría: «Conocer a Jesucristo. Hacerlo conocer. Llevarlo a todos los sitios».

9. Formación

La formación humana, espiritual, doctrinal, apostólica y profesional de todos los cristianos ocupa un puesto importante en la dinámica del mensaje espiritual surgido del carisma fundacional de san Josemaría.

La formación es concebida como un medio indispensable para ayudar a todos a alcanzar la santidad y a realizar su misión apostólica. Se trata, en síntesis, de una formación dirigida a facilitar la vida de piedad y el conocimiento de la doctrina de la Iglesia (¡Siente siempre y en todo con la Iglesia! — Adquiere, por eso, la formación espiritual y doctrinal necesaria, que te haga persona de recto criterioForja, n. 840 — ), y a promover en todos una acción evangelizadora coherente y efi caz: Urge difundir la luz de la doctrina de Cristo. Atesora formación, llénate de claridad de ideas, de plenitud del mensaje cris- tiano, para poder después transmitirlo a los demás (Ibid., n. 841).

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