Amor al Papa y confianza en Dios
¿En qué se funda el amor al Romano Pontífice que tenemos los católicos?
Confianza en la protección de Dios sobre su Iglesia
«Pero siempre supe –continuaba– que en esa barca estaba el Señor y siempre he sabido que la barca de la Iglesia no es mía, no es nuestra, sino que es suya. Y el Señor no deja que se hunda; es él quien la conduce, ciertamente también a través de los hombres que ha elegido, pues así lo ha querido». Benedicto XVI, Audiencia, 27-II-2013
«Ahora quisiera darles la bendición, pero primero, les pido un favor: antes de que el obispo bendiga al pueblo, les pido que recen al Señor para que me bendiga. Les pido la oración del pueblo que pide la bendición para su obispo. Hagamos en silencio esta oración de ustedes por mí». Francisco, bendición apostólica Urbi et orbi, 13-III-2013
Así nos enseñó también a hacer san Josemaría; desde muy pronto, tenía la ilusión de que todas las personas del Opus Dei y quienes, de un modo u otro, se acercan al calor de esta familia, pudieran rezar diariamente por el Papa, pidiendo concretamente a Dios: que lo cuide, lo anime, lo haga feliz y que le dé fuerza en las tempestades. Cfr. Preces del Opus Dei. Allí se recoge la tradicional oración Oremus pro Pontifice.
El don del amor al Romano Pontífice
El amor al Santo Padre, «fundamento perpetuo y visible de unidad, así de los Obispos como de la multitud de los fieles» (Concilio Vaticano II, Const. dog. Lumen Gentium, n. 23).
El fundador del Opus Dei recogió en Camino algo que Dios le había regalado desde su juventud y que sería un hilo conductor durante los pontificados que vivió: «Gracias, Dios mío, por el amor al Papa que has puesto en mi corazón». San Josemaría, Camino, n. 573. ¿Qué podemos aprender de esta enseñanza?
- Que el amor al Romano Pontífice es algo que no controlamos necesariamente con nuestra fuerza de voluntad, con una convicción puramente teórica o con una natural simpatía;
- Con esta breve oración san Josemaría agradece este amor como un don de Dios, como algo recibido gratuitamente;
- Por tanto, querer al Papa con un amor recibido de Dios, no está a merced de las tempestades, que no depende de una mayor o menor afinidad.
Respeto y veneración por el Santo Padre
«Humildemente quiero que pongamos la cabeza en el regazo de Cristo en el cielo con afecto y amor, y de Cristo en la tierra, que hace sus veces, por reverencia a la sangre de Cristo, de la que él tiene las llaves». Santa Catalina de Siena, Carta 28, I, 549
«Mil veces me cortaría la lengua con los dientes y la escupiría lejos, antes de pronunciar la menor murmuración de quien más amo en la tierra, después del Señor y de Santa María: il dolce Cristo in terra, como suelo decir, repitiendo las palabras de santa Catalina». (San Josemaría, Carta 17, n. 53)
- Esta actitud es todo lo contrario a hablar negativamente en público sobre el Papa;
- O a menoscabar la confianza en él, tampoco en casos en los que no se comparta algún criterio personal concreto.
- Si esto último llegase a suceder, es debido al menos un «asentimiento religioso del entendimiento y de la voluntad» (Código de Derecho Canónico, n. 752. Cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 892.) a sus enseñanzas.
La barca de la Iglesia católica
Podríamos decir que la barca de la Iglesia tiene un sistema de orientación con tres fuentes: primero Cristo que, aunque a veces duerma, está presente en cada parte y en cada tripulante; después, María, como estrella que permanece iluminándonos, aunque las olas sean grandes; y, después, Pedro, al mando del timón por mandato del mismo Jesús.
«Cristo. María. El Papa. ¿No acabamos de indicar, en tres palabras, los amores que compendian toda la fe católica?» (San Josemaría, Instrucción acerca del espíritu sobrenatural de la Obra, n. 31.)
- Nada escapa de los planes providentes de Dios: tampoco los vientos ni las olas. «“¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?”.
- El comienzo de la fe es saber que necesitamos la salvación. No somos autosuficientes; solos nos hundimos. Necesitamos al Señor como los antiguos marineros las estrellas.
- Para que esa convicción eche raíces en nosotros es necesario entrar en su lógica a través de una vida contemplativa, de una vida de oración que se abra a las acciones de Dios.
Textos extraídos de Pedro al timón, Dios en la barca: El testimonio de san Josemaría y de los santos sobre el amor al Papa y la confianza en Dios.